lunes, 10 de mayo de 2010

CLEOPATRA JONES Y EL CASINO DE ORO (1975)


Un par de años después, Cleopatra Jones regresó en una inevitable secuela, de resultados claramente superiores a los originales. Y es que Cleopatra Jones y el Casino de Oro (1975) dio rienda suelta a muchas de las ideas que intermitentemente se plantearon aunque no se desarrollaron en el filme original. Nuestra black agent con licencia para matar actúa en esta ocasión en Hong Kong, lo que hizo que los míticos Shaw Brothers entrasen en la producción y se mejorasen así todos los aspectos técnicos de la película. Además, se reforzó su condición de película comic lo que benefició especialmente el tono aventurero y esperpéntico de la historia. Y para rematar la jugada, la interpretación de Tamara Dobson (con su insólito maquillaje creado por ella misma) y la realización del film, a cargo de Chuck Bail, son mucho más dinámicos que en su primera incursión. Estamos por lo tanto, ante uno de los Black Films más divertidos y reivindicables del periodo, que sorprendentemente no tuvo continuidad.


Los hermanos Johnson, son apresados en Hong Kong por una organización criminal al intentar infiltrarse como traficantes de heroína. Cleo llega a Hong Kong y ayudada por una intrépida aunque nada inocente nativa de la ciudad intentará seguir la pista de Chen, un hampón con el que los Johnson habían establecido contacto. Sin embargo el negocio es controlado por Lady Dragon, una lesbiana que desde su Casino de Macao, rige los destinos del submundo de la excolonia británica. Cleo y su aliada Tanny librarán una batalla sin cuartel que les llevará a un explosivo combate final en el casino que da título al filme.


Si en Cleopatra Jones los elementos bondianos aparecían de vez en cuando para afianzar la figura de Cleo, aquí son la columna vertebral de una historia con paralelismos singulares con el mítico 007. La hongkonización del personaje logra que asistamos a un filme de acción, con escasas arritmias, contundentes secuencias de acción y elementos humorísticos bien filtrados en la aventura. Lady Dragon (la siempre maravillosa Stella Stevens) es una villana que no cae en la parodia de la Mommy interpretada por Shelley Winters, y su enfrentamiento con Cleo tiene la suficiente fuerza para abandonar el tono de involuntaria parodia. Por lo demás, destacar la excelente fotografía de Alan Hume que refuerza la gama cromática de la película, intensificando la importancia del vestuario y los decorados, por no hablar de las dinámicas secuencias nocturnas del filme.


Mención aparte merece el climax final de la historia, ambientado como ya hemos dicho en el memorable Casino de Oro, una excelente setpiece, perfectamente conjuntada, capaz de complacer igualmente a los fans de las spy movies como a los acérrimos defensores del cine de artes marciales. Los coloridos trajes (atentos al violeta y naranja de los Johnson, el imposible vestido de noche de Cleo, el conjunto negro de Lady Dragon...), las lamparillas que iluminan los exteriores del casino la ornamentación orientalizante de los interiores del edificio se conjuntan perfectamente con una estudiada delimitación del espacio fílmico (heredera de Operación Dragón), donde las coreografiadas acciones de los actores son fielmente apoyadas por un contrastado montaje. Toda una lección de lo que debe ser acción in crescendo que debería ser revidada por más de un director actual a la hora de poner en marcha secuencias similares.


Cleopatra Jones y el Casino de Oro (1975) se adelantó a su tiempo, si bien llegó a las pantallas en un momento donde el fenómeno blaxploiter se estaba ya apagando. Sin embargo su indudable encanto, anticipa de manera inesperada a otro filme que posteriormente circuló territorios parecidos Hong Kong Connection (1978), y curiosamente, a pesar de sus lógicas diferencias, a otra obra que en la década siguiente, conjuntó cine de aventuras y reminiscencias Eastern: nos referimos lógicamente a la memorable Golpe en la Pequeña China (1986) del maestro John Carpenter.


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